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Historia y filosofía del sexo anal para hombres

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True Story

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Piensa en la actividad no sexual que más disfrutas en la vida. No me voy a poner feminista y te dejaré que elijas con plena libertad. ¿Ver el fútbol? ¿Tomarte una chela? ¿Arreglar un coche? Concéntrate y escoge lo que creas te causa más satisfacciones. ¿Ya? Bueno, ahora añádele la otra actividad favorita de la vida (sexo), multiplícala por 100 y ahí tienes: más o menos eso es el sexo anal, una vez que te liberas de los prejuicios.

En los países primermundistas, donde el machismo se cuestiona todos los días y la sexualidad empieza a verse como un aspecto fundamental en el desarrollo de las personas, los hombres están ampezando a perder el miedo al sexo anal. En México quizá faltan algunos años para eso, pero si te interesa ser vanguardista y marcar tendencia, entonces tienes que informarte bien sobre por qué el sexo anal es considerado un tabú en la cultura occidental. Veamos.

Religión y costumbres antiguas

Por siglos, la penetración entre varones ha sido condenada, no por alguna razón religiosa contundente, sino por el simple hecho de que compromete la posición de poder y fuerza que un hombre debe sostener. Todavía en nuestros días podemos encontrarnos con concepciones arcaicas donde activo = dominnante = eyaculador = honorable, mientras que pasivo = sumiso = eyaculado = vergonzoso. Es un reflejo de la misoginia y del sexismo que imperan en nuestras sociedades tanto como una herencia de tiempos antiguos. Los romanos podían penetrar a los no-romanos (extranjeros y esclavos, o a los niños, también valía), pero para un romano libre estaba prohibido este acto e incluso era castigado por la ley.

Símbolos de poder

Gran parte de nuestra historia ha sido marcada por la integridad del ano como un símbolo de respeto y fuerza. Las sociedades antiguas hacían la guerra por socializar, digamos, y los soldados eran mucho más valorados que los filósofos (en México todavía pasa eso). Por tanto, todas las relaciones de poder (incluído el sexo) tenían la visión del vencedor sobre el vencido. Hasta en la antigua Grecia, donde mucha gente piensa que no tenían ningún problema con la homosexualidad y esas cosas pecaminosas, las actitudes sexuales tenían más qué ver con una relación entre el dominante-dominado que con el amor para todos, todo el tiempo y por todos los agujeros posibles, como se rumora.

Hay que destacar que en las sociedades “modernas” de nuestros días, como Arabia Saudita e Irán, el amor gay no se condena, sino el acto sexual en sí.

Feminismo y derechos sexuales: rompiendo tabús

La lucha feminista por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres ha impulsado otros reconocimientos sexuales, principalmente en las personas no-heterosexuales. El avance de los derechos de la comunidad LGBT+ ha traído como consecuencia una mayor apertura hacia la sexualidad, el placer y la exploración de los cuerpos en condiciones de igualdad y respeto. Puede ser que la desmilitarización de nuestras sociedades haya influído en este proceso, pues la visión de los vencedores-vencidos ya no impacta tanto como antes.

Poco a poco, también el ser pasivo está dejando de ser vergonzoso. Como cualquiera que haya estado en esa posición te lo puede contar: es un reto complacer a tu hombre, o a tu mujer con arnés, si es el caso. Dato curioso: Los arneses con dildo son los juguetes sexuales de mayor crecimiento en Estados Unidos.

Deconstruyendo mitos

La reacción de las mujeres conservadoras ante los hombres que deciden, no por nacimiento sino por voluntad, sustituir el que históricamente ha sido su rol sexual, es generalmente de desprecio y rechazo, situación que se da con bastante frecuencia en lugares donde el pensamiento “guerrero” sigue siendo dominante (o en nuestro país, que es el mismo caso). En India, por ejemplo, hay una casta especial donde habitan los muchachos penetrables. También en Arabia Saudita juegan un papel importante, ya que muchos hombres tienen su primera experiencia sexual con estos chicos. Chicos, que no hombres, ya que cuando un muchacho se convierte en hombre, su “ojo de bronce” (término acuñado por Jean Genet) queda fuera de los límites, situación que ha propiciado el rapto de menores de edad y su consiguiente explotación sexual en aquellos pintorescos países.

La liberalización de la sexualidad, y de esta práctica sexual en particular (que aunque nadie lo diga, está presente en todas y cada una de las discusiones sobre el matrimonio igualitario, por ejemplo), ha provocado una escalada de reacciones nada gratas de los sectores más retrógradas de nuestra sociedad. Proliferan los sitios en la red donde la “sodomía” (como antiguamente se le conocía al sexo anal) es acusada de ser cosa del diablo, y una amenaza para los valores y la familia.

Curiosamente, las sociedades que más condenan el sexo anal son también las más injustas con sus mujeres. El principal argumento es que el sexo es utilitario, que su único fin válido es la procreación. Limitar las razones para tener sexo a la reproducción, es igual a ver a las mujeres como objetos con una función principal: tener hijos. Justo como en las historias que la biblia nos cuenta.

No retrocedamos a esa época, por piedad. Nos ha tomado tanto tiempo liberarnos de esas ridículas convenciones. La penetración no es una prohibición religiosa tanto como un símbolo de poder, y el sexo se trata de placer, no de poder. Debemos dejar de ver el sexo como un medio (para la procreación) y empezar a practicarlo como un fin (el placer). Un consejo para los temerosos, los religiosos y los impenetrables: acuéstense, respiren profundo y gocen el viaje. Seguro repiten.

[Traducción libre de The Bronze Eye Is Open: A Philosophy of Anal Sex, de Marten Weber | Imagen: Ari Moore]


Archivado en: Diversitas Tagged: Costumbres, Historia, Sexo, Sexo anal, sexualidad, Tabús

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